El repentino colapso del régimen en Siria plantea un futuro fragmentado y redefine las dinámicas de poder en la región
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La inesperada caída del régimen de Bashar al-Assad, tras más de una década de resistencia frente a sanciones internacionales y guerra civil, marca un punto de inflexión en la historia contemporánea de Oriente Medio. El rápido avance de las fuerzas opositoras, con escasa resistencia, no solo reorganiza el panorama sirio, sino que también desata una ola de implicaciones regionales y globales.
Siria, ahora fragmentada entre facciones opositoras suníes, grupos kurdos y remanentes alauitas pro-Assad, enfrenta un futuro incierto. Mientras Turquía amplía su influencia apoyando a las fuerzas opositoras, Irán ve debilitada su posición estratégica al perder un aliado clave. Paralelamente, Israel observa una oportunidad para neutralizar la influencia iraní en la región.
Sin embargo, el impacto no se limita a las potencias principales. Países vecinos como Líbano, Irak y Jordania deben lidiar con la creciente inestabilidad, mientras millones de refugiados esperan un destino incierto. La caída de al-Assad marca el fin de una era, pero también el inicio de una compleja reconfiguración en Oriente Medio.
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