Investigadores destacan cómo la integración de naturaleza y arquitectura beneficia el bienestar humano
Según Mohamed Hesham Khalil, investigador de la Universidad de Cambridge, “la forma en que experimentamos el entorno construido afecta nuestro rendimiento cognitivo y bienestar”. Este enfoque combina principios de la neurociencia con la planificación urbana, la psicología ambiental y la arquitectura sostenible, generando un nuevo paradigma para el diseño de ciudades más saludables y resilientes.
Beneficios cognitivos y emocionales
Los estudios indican que las personas que pasan tiempo en entornos urbanos con espacios verdes accesibles y arquitectura amigable presentan menores niveles de estrés, mayor concentración y mejor memoria a corto plazo. Además, se observa un incremento en la motivación y el estado de ánimo positivo.
Investigadores del Trinity College de Dublín han señalado que la exposición diaria a entornos bien diseñados puede reducir la incidencia de ansiedad y depresión, especialmente en poblaciones urbanas densamente pobladas. Esto tiene implicaciones directas para políticas públicas y planificación urbana, sugiriendo que la inversión en diseño consciente no solo mejora la estética de la ciudad, sino también la salud de sus habitantes.
Integración de la naturaleza en entornos urbanos
La neurosostenibilidad promueve la inclusión de elementos naturales en la infraestructura urbana, desde jardines verticales y techos verdes hasta corredores de biodiversidad que conectan parques y áreas verdes. Esta integración no solo beneficia la cognición humana, sino que también favorece la sostenibilidad ambiental, aumentando la biodiversidad y reduciendo la contaminación.
Expertos señalan que la interacción constante con la naturaleza activa zonas del cerebro asociadas con la relajación y la creatividad. Por ello, ciudades como Copenhague y Ámsterdam ya están implementando proyectos piloto que combinan movilidad urbana, espacios verdes y diseño arquitectónico centrado en el bienestar.
Diseño urbano y neuroarquitectura
La neuroarquitectura, una disciplina complementaria de la neurosostenibilidad, analiza cómo la disposición de espacios interiores y exteriores influye en las emociones y la percepción. Elementos como la iluminación natural, los colores, la acústica y la proporción de los espacios se consideran esenciales para crear ambientes que estimulen la atención, la calma y la interacción social.
El trabajo de Khalil y sus colegas sugiere que la planificación urbana tradicional, centrada exclusivamente en la funcionalidad y la eficiencia, podría ser insuficiente para enfrentar los desafíos de salud mental en grandes ciudades. La neurosostenibilidad propone un enfoque más holístico, donde la arquitectura y la naturaleza actúan como co-factores de bienestar.
Hacia ciudades más saludables
La implementación de la neurosostenibilidad requiere colaboración entre urbanistas, arquitectos, neurocientíficos y responsables de políticas públicas. Estudios recientes muestran que inversiones en este tipo de diseño urbano generan beneficios tangibles, desde la reducción de costes asociados a la salud mental hasta la mejora del capital social y la productividad urbana.
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